lunes, 15 de enero de 2007

Cuidado, ahora sabes lo que es una promesa

Hay etapas de la vida que las disfrutamos al máximo, pasamos preocupados del "hoy" o del futuro inmediato, todos nuestros pensamientos y esfuerzos están motivados (y dirigidos) por la autosatisfacción, atravesamos la vida estableciendo relaciones casi siempre etéreas donde sólo se pueden rescatar los amigos que sobreviven a los años, a los círculos sociales, a las circunstancias ( y evoluciones), cambios de vida y demás sucesos que nos vienen por default en esta aventura de crecer. Vamos dejando atrás nuestra historia antigua en medio de alegrías momentáneas, peleas, rupturas, desilusiones, complejos, dudas, exceso de ego, vicios, y caminos equivocados. Pero con el primer atisbo de un soplo de "madurez" o simple lógica desandamos rumbos, rectificamos, corregimos detalles y descubrimos cosas reales, verdaderas, palpables y eternas como el AMOR (así con mayúsculas para diferenciarlo de ese amor dicho a la ligera, nacido del vacío), amistades reencontradas y la familia (no importa lo disfuncional y alejada que haya estado, la sangre y las afinidades también sobreviven). Escapando de la vacuidad, de repente despierta en nuestro interior (ahora que ya tenemos forjándose dentro un criterio de lo real y perdurable) un deseo de grandes cosas, de tomar riesgos y motivados por el ánimo y la recuperada inocencia esperanzadora (contrario a lo que se piensa, estoy seguro que al crecer se recupera la sencillez inocente y casi ingenua de la niñez pero instalada cual software en una nueva maquinaria más moderna y estable) nos iniciamos en el peligroso mundo de las promesas.

Vayamos al grano, hoy me siento motivado, feliz y realizado como nunca antes me había sentido de haber cumplido con varias promesas que el pesimismo de la seudológica de los
piesobrelatierra avizoraba distante e imposible. Cosas como -quiero casarme contigo-, -te amo tanto quiero que tengamos una hija- (si así de preciso) y -... nos vamos a vivir a la playa- en ese momento se escuchaban como palabras automáticas persiguiendo un simple deseo de consecución carnal, promesas que cualquiera las diría como simples voces carentes de sentido y legitimidad, pero he cumplido y desde ahora voy a tener mucho cuidado con las promesas que pronuncie ya que me encontraré en la obligación de cumplirlas so pena de embarcarme nuevamente en la nave de lo falso.

Gokú y su futura esposa Chichi cuando recién se conocieron

(¿Qué tiene que ver la imagen del pequeño Gokú en su nube voladora?, pues lejos de ser un freak otaku o fanático del ánime, esta imagen representa en primer lugar una de las series con la cual crecí y descubrí que el tiempo avanza incluso para los personajes de las caricaturas, este niño creció a sabiendas que era un gran guerrero con una serie de responsabilidades como salvar al mundo, revivir a sus amigos, criar a sus hijos y nieta, siempre conservando su inocencia que lo hacía parecer tonto e infantil incluso en medio de una cruel y sanguinaria batalla, que no dudaba en sacrificarse a favor de un beneficio mayor y que también cumplía sus promesas a pesar del tiempo y las dificultades pero que nunca abandonó su sonrisa.)

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